domingo, 31 de mayo de 2009

"Estamos condenados al éxito"

“No hemos nacido para constituir un país mediocre”
Entrevista a Abel Posse.
FOTOGRAFIAS DE ESTA PRODUCCION EN TAPA, PAGINA 2 Y CONTRATAPA: ALDO SESSA
PerfilAbel Posse nació en Córdoba y desciende de una familia tucumana. Se recibió de abogado en Buenos Aires y siguió un curso de doctorado en la Sorbonne, París. Durante 40 años fue diplomático de carrera: fue consejero cultural, cónsul y embajador en una decena de países de Europa, Oriente Medio y América latina. Es autor de 12 novelas y cinco ensayos. Por Los perros del paraíso recibió en 1987 el premio Rómulo Gallegos, la máxima distinción literaria de América latina. En 1992 obtuvo el primer premio de la Comisión Española del V Centenario por El largo atardecer del caminante. Entre sus novelas se destacan, además de las mencionadas, Daimón, El viajero de Agartha, El inquietante día de la vida y Los cuadernos de Praga. Entre sus ensayos, Argentina: el gran viraje, El eclipse argentino y La santa locura de los argentinos. Su obra ha sido traducida a 17 idiomas y elogiada por autores como Severo Sarduy, el premio Nobel Camilo José Cela y A. Ryan en The Washington Post. Es colaborador de los diarios LA GACETA, La Nación (Buenos Aires), El País, El Mundo y ABC (los tres de Madrid) y Excelsior (México).
La fama y la grandeza Tucumán en el siglo XIX La inteligencia, según Massuh Detrás de escena La la­gu­na en la vi­da del Che y la san­ti­dad sin bon­dad de Eva El dilema existencial de Cristina “Si Evita estuviera viva, no sería kirchnerista”
Crisis y horizonte argentino - En 2004, en el libro Siete escenarios para el siglo XXI usted prefiguraba la crisis económica actual señalando que el capitalismo liberal estaba entrando en un financierismo terminal. ¿Qué futuro tiene el capitalismo a secas? - Esa idea derivó de una experiencia que tuve en Europa; allí me di cuenta de que había, por un lado, una subculturización del mundo, un mercantilismo omnipresente. Y por otro, de que los esquemas especulativos eran más redituables que los productivos. Yo sentí, como otros, que entrábamos en un camino de perversión en el que no quedaba nada de la idea primigenia del liberalismo, de esa concepción humanista del hombre realizándose a través de ciertas fórmulas de trabajo. En 2008 la explosión de una gran burbuja evidenció que el destino cultural del hombre occidental no puede ser el del comerciante que quiere enriquecerse como único objetivo en la vida, como valor supremo.

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