domingo, 16 de mayo de 2010

¿Crecer es progresar??

ENTREVISTA: CHRISTIAN COMELIAU, ECONOMISTA
"El crecimiento ilimitado, a largo plazo, es insostenible"
Suele asociarse crecimiento con desarrollo, pero la reciente experiencia mundial muestra cómo el proceso puede generar inequidad y deterioro del medioambiente si se busca sólo el lucro sin ninguna racionalidad.
Uno de los supuestos básicos de la teoría económica dominante es que se puede crecer indefinidamente. ¿Es así realmente?- Este es un tema central de la evolución de nuestro mundo y no sólo para economistas. Fíjese que cualquier jefe de empresa, responsable de administración, hombre político, sea cual fuere su orientación política —izquierda, derecha, centro—, siempre habla de crecimiento.
En general, suele asociarse crecimiento con desarrollo. ¿Son conceptos interdependientes?
- Desde hace un poco más de medio siglo, es decir desde que los especialistas en ciencias sociales y los responsables de las políticas económicas hablan de "desarrollo", se vinculan ambos conceptos. El proceso de crecimiento —de la producción de mercancías y del ingreso global— en el marco de los Estados nacionales constituye un elemento central en las teorías y en las prácticas del desarrollo. Sobre todo en las estrategias centradas en los países "subdesarrollados".
¿ Y es posible que estos países puedan seguir los pasos de las naciones que lograron crecer?
- Este es justamente el problema. El crecimiento se plantea como un seguimiento de lo que pasó hasta acá en los países desarrollados, como una imitación. Se mira el desarrollo en términos de alcanzar metas cuantitativas. Ahí es cuando se da un problema muy grave. Se sabe que el mismo sistema que genera crecimiento produce desigualdades que son acumulativas, algo que es central.
Ya nadie niega el aumento acelerado de la cantidad de pobres producido en los años recientes.
- Claro. Los fracasos evidentes del desarrollo para una proporción creciente de la población mundial se deben a la incapacidad manifiesta del modelo dominante para cumplir sus propias promesas, y por lo tanto, a la imposibilidad, cada vez más evidente, de generalizar al conjunto del planeta un desarrollo de tipo occidental. Por eso digo que debería analizarse el crecimiento pasado (cuyos resultados son innegables) a la vez como un éxito y como un fracaso, si nos referimos a sus objetivos declarados de enriquecimiento y de mejora del bienestar material general. Porque el crecer provocó destrucción ambiental y mayor pobreza.
¿Por qué sigue estando entonces en el centro del modelo dominante?
- El problema es que la pretensión del crecimiento ilimitado como objetivo de desarrollo está en contradicción total con la escasez de recursos, que es uno de los fundamentos del razonamiento económico en sí mismo. Para extender el nivel de vida occidental a una población de seis mil millones de habitantes sería necesario un aumento fantástico del consumo de energía, de materias primas y de mercancías, que sobrepasa en mucho la "capacidad de carga" de nuestro planeta.
¿Cómo se resuelve la cuestión, en vistas a las crecientes necesidades materiales de la mayor parte del mundo?
- Justamente, creo que hoy en día pasamos una fase que llamaría de inmadurez del desarrollo, y hay que plantear el tema en otros términos. Pero hay una dificultad política fundamental. ¿Con qué derecho nosotros, universitarios, occidentales, miembros de los países industrializados, decimos "lo que hicimos nosotros está muy bien, pero ustedes no lo pueden hacer, por razones planetarias, ecológicas, sociales"? Si uno se enfrenta a millones de personas que necesitan consumir, ¿con qué derecho podríamos rechazar esto? Es extremadamente difícil tomar esta postura, y al mismo tiempo va a ser necesario, por razones de imposibilidad. Me parece que hay que plantear el problema de otra manera: no se le puede rehusar a nadie el progreso social, pero el crecimiento ilimitado, a largo plazo, es insostenible.
¿Cómo se cambia, entonces, el modelo?
- Insisto: no se puede eliminar completamente el crecimiento, porque es inevitable y deseable. A una población que no tiene suficiente alimentación y que crece hay que darle más alimentos. Lo más importante es no centrarse en formas de desarrollo sólo ligadas al crecimiento. Hay que pensar en lo que está ocurriendo en los países ricos, donde tenemos una forma de vida marcada por una especie de locura del consumo, que no aumenta ni la felicidad de la gente, ni el bienestar, ni el equilibrio social, ni la viabilidad política de las sociedades. Ahí tenemos que cambiar. Y creo que podemos imaginarnos otro tipo de objetivos que no sea el aumento de bienes y servicios.
¿Cómo cuáles?
- Por ejemplo, la autonomía de las colectividades. No estoy recomendando un desarrollo autárquico y cerrado, pero no puede ser que sean las organizaciones internacionales las que definan cómo tiene que ser el desarrollo social en Argentina, en Tailandia, en Africa. La autonomía, que ya es un objetivo en sí, supone relacionar la cultura de la sociedad y privilegiar su propia concepción de la viabilidad social. Deseamos llegar a un modo de producción y de consumo en el cual las formas de desigualdad escandalosas que permite el crecimiento sean suprimidas. Es decir, que se razone sobre objetivos distintos.
Usted sostiene en sus trabajos que la economía no puede estar divorciada de los objetivos que se plantea la sociedad, que son de naturaleza política.
- Es necesario reconocer, formal y definitivamente, la imposibilidad de todo criterio único de gestión del desarrollo. Pero es precisamente un criterio único, el de la maximización del lucro y del poder, el que impone el sistema de la modernidad neoliberal. En lugar de ese criterio exclusivo y del modelo de desarrollo único que de ello deriva, se hace esencial afirmar la exigencia de reconocimiento del pluralismo: pluralidad de las concepciones y de los objetivos posibles del desarrollo y pluralidad de los medios de regulación de la economía (no sólo los mecanismos del mercado) incorporando otros de inspiración más colectiva. Las cuestiones económicas, sociales y ecológicas, que el mercado solo no resuelve, plantean la necesidad de opciones políticas a nivel de los objetivos, y de fórmulas de economía mixta a nivel de los medios, desde la oferta como desde la demanda.
Suena a un complejo cambio de concepción.
- Cierto. Exigen un cambio profundo de la actitud de los responsables respecto del desarrollo. Hace falta un reconocimiento del carácter profundamente político, y no tecnocrático, del proceso de desarrollo, porque frente a las opciones de medios se imponen opciones de objetivos y, por lo tanto, arbitrajes entre los diversos intereses presentes: no existe una verdadera estrategia de desarrollo que pueda evitar la pregunta "¿desarrollar qué y para quién?".

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